viernes, 14 de septiembre de 2012

Una broma para partirse.

Un poco de rivalidad sana no es mala. Unas bromas pesadas nocturnas tampoco.
Todo buen subcampo de ranger tiene un mochilero, un platero, un tendedero, un tótem y, muy importante, el mástil donde se cuelga la bandera.

Dormía plácidamente cuando mis amigos vinieron a despertarme. Venían a avisarme para lo que habíamos estado hablando el día anterior.
Salí del saco perezosamente, muerta de frío. Al salir de la tienda, me puse en círculo de los demás y empezamos a doblar el mástil del otro grupo. Era delgado, pero sacarlo de su sitio fue más difícil de lo previsto. Al final, conseguimos dejarlo totalmente doblado. Como al contrario que ellos, nosotros somos listos, doblamos nuestro mástil para evitar sospecha. Luego, satisfechos pero muertos de frío, nos dirigimos hacia el mochilero para tumbarlo, y destrozamos todas sus construcciones dejándo únicamente una figura amorfa que no sabíamos que era. Nos acercamos a ella y la tumbamos descubriendo que era un platero, que hizo un espantoso ruido que nos hizo correr rienda suelta a nuestras tiendas.

A la mañana siguiente, lo primero que oímos fueron los gritos del otro grupo al comprobar que todo su trabajo se había echado a perder. Yo, aún dentro de mi saco, sonreí imaginando sus caras. Pero, ¿qué demonios? Había salido perfecto. Salimos de la tienda y, fingiendo preocupación, les preguntamos qué habia pasado aguantando la risa. Los vimos maldedir y gritar, para nuestro gusto.

Lentamente, enderezaron su mástil y reconstruyeron sus cosas mientras nos regodeábamos en nuestro éxito.
¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Quién habrá sido? Se preguntaban, y nosotros les dábamos absurdas respuestas satisfechos con nuestro trabajo.


Días después, cuando todo era más o menos normal, observamos que, celosos, miraban nuestra perfecta bandera. Para protegerla, Ana la guardó en una bolsa para evitar riesgos. Ese día, mientras nuestros compañeros merendaban, nosotros nos dedicamos a quitarles la bandera y romperla para luego colgarla de un árbol.
Al verla, nos miraron pidiendo explicaciones, y nosotros les echamos la culpa a los pioneros, que esa noche se vieron atacados.

EsThEr y AnA

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