miércoles, 26 de septiembre de 2012

La casa del miedo, nuestra aventura

En cada campamento, los ranger hacemos una aventura en dos o tres días, que consiste en inventar una historia y vivirla, con talleres de materiales, interpretación, disfraces...
Pues esta vez se nos ocurrió la magnífica idea de hacer una casa del terror, en principio para los lobatos aunque al final todas las ramas (menos castores) entraron a ver nuestro estupendo trabajo. Porque quedó muy convencible, e.e??

Elegimos un par de historias de miedo para contar, en una aparecía la niña del columpio, que era yo, y al rato aparecía gritando como una psicópata total, asustando a todos. A todos menos a los lobatos.
Hubo cuatro turnos en total. En el primero, única y exclusivamente lobatos, y en las otras tres, algunos lobatos rezagados y pioneros y rutas, y cómo no, los rangers del otro grupo. Los que más de asustaron fueron los pioneros, y los que menos, sorprendentemente, los lobatillos.

Todos estaban esperando en el comedor, y Laura fue a recoger al primer grupo. Les vendó los ojos y los condujo hacia la entrada de la casa, a las afueras del campamento, en un bosque espeso y terrorífico. En la entrada, les dijo que quienes entraban, rara vez salían, y les  condujo por un siniestro camino marcado con palos para que no se perdieran. Estaría muy feo que se perdieran de verdad. Cuando llevaran unos tres minutos andando, saldría nuestra responsable haciendo de loca, preguntándoles por su hijo, gritando tanto que la escuchaba desde mi sitio, bastante alejado. De vez en cuando, un niño que hacía de enterrador, intentaba gritar, pero su grito daba verdadera risa en vez de miedo.

Seguirían avanzando hasta llegar a un árbol asiento donde estaba Javi, que contó una historia que triunfó entre todos. Hablaba todo el tiempo con una voz siniestras, y muy flojo, y al final, gritaba inesperadamente asustando a quienes escuchaban. Luego, mientras se dirigían hacia mi columpio, Laura les contaba la historia de miedo que decía:

"Una noche, dos hermanas se quedaron a dormir solas pues sus padres estaban en el hospital porque su abuelo estaba terriblemente enfermo. Las dos estuvieron viendo las noticias mientras cenaban, y se enteraron de que una loca que sólo sabía decir tic-tac se había escapado.
A la hora de acostarse, la hermana mayor sintió que alguien entraba en su cuarto: su hermana, que le preguntó si podía dormir con ella aquella noche, que tenía miedo. Ella se negó y la llevó a su cuarto.
A la mañana siquiente, la niña estaba muerta en el salón, y había una nota escrita con sangre en la que ponía: Esto no habría pasado si la hubieras dejado dormir contigo".

Entonces, yo empezaba a decir casi susurrando: tic-tac, tic-tac, tic-tac... de espaldas a ellos. Cuando sabía que estaban detrás mía y mirándome asustados, me giraba lentamente y les gritaba, y ellos se echaban para atrás. Entonces les gritaba fuera, fuera y continuaban su camino hacia un faraón que estaba preparado para que los pis parecieran la cabeza. Así que miraban hacia los pies, creyendo que era la cabeza y preguntaban cómo había muerto el faraón. Cuando alguien preguntaba "¿Te envenenaron?" la verdadera cabeza se levantaba y le daba un susto a la persona por detrás.
Luego, contaban la historia de la niña del pozo y aparecía esta niña persiguiéndoles y conduciéndoles hacia la salida.

Al día siguiente nos felicitaron muchas personas a las que habíamos dejado afónicas, asombradas por nuestro trabajo. Seep. Una aventura bien hecha sólo puede hacerla un ranger.

ANA!

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